30 de junio de 2010

Toy Story 3: Soy infantil, y qué.

Difícil esto de conectarse con el lado infantil. Por lo menos, a mí me cuesta. Es como asumir  tu faceta pueril e inocente, lo que te baja unos cuantos peldaños en la escala psico- intelectual que a cierta edad, se supone hay que tener. Pero lo cierto es que todos somos un poco infantiles, y cuando se asume es bastante liberador…
Toy Story 3. Qué buena es, por dios. Los tipos de Pixar son genios. Precisamente, porque no tienen ningún pudor en sacar a relucir su lado más infantil. Y además, lucrar con eso.

Al principio me resistía a verla, por todo el rollo antes esbozado; pero oh señores, cuanta soberbia de mi parte. De partida, el casting es perfecto: un perro con el resorte medio vencido, Barbie Malibú, un Ken afeminado…!El señor y la señora cara de papa! Vaya galería de objetos de la nostalgia. Masticados y rallados por unos (mi hermano Nicolás los mordía tanto que le deformaba las cabezas), cuidados cuál pieza de colección por otros; pero siempre con exceso de cariño. Además, esto de que cobren vida y se pongan a tramar aventuras cuando dormimos, es algo que todos hemos imaginado, y no precisamente cuando niños. Igual que creer que los duendes tienen nuestras cosas perdidas…

Pero lo que más conmueve, es la lealtad absoluta de los juguetes hacia el niño de sus afectos. Andy es su razón de ser, porque es él quien determina su existencia. La secuencia que muestra la vida de Andy, y a Woody y su pandilla presentes en todos los hitos, es maestra. Cuento aparte es el corto que antecede a la película; sólo diré que merece toda su atención…

Cuando salí del cine, quizás por altanería u orgullo, me hice la indiferente. Pero hoy mientras escribo, se me desborda la emoción. Mejor ventilo esa caja que hace años guardé en la bodega.

PD: Dedicado a mi niño favorito.

18 de junio de 2010

La vida de los peces: Más lento que caminar en el agua...

¿Será posible que una película te guste mucho, pero te agote profundamente? La vida de los peces es el tercer largometraje que veo de Matías Bize y el que me pareció más atractivo en cuanto a arte, diálogos y contenido. Pero también en el que más he cabeceado.

Puede ser, cómo dice mi pololo, por el abuso de los primeros primerísimos planos, que te permiten contarle los poros a Santiago Cabrera. O quizás porque la casa dónde transcurre la historia parece hecha para perderse; nunca se sabe si los personajes ya pasaron por ahí, en qué piso están, en qué dirección van o siquiera si saben adónde van….sólo de acordarme, me cansé.

Después de un rato, empecé a entender la razón de mi agobio: era una sensación familiar…apuesto que han estado en un lugar donde sólo te importa alguien que también está ahí, pero que no te ve. Entonces, todos los demás se transforman en sombras o espejismos fútiles, por los que pasarías a través si pudieras. La cámara de Bize se mueve en esta nebulosa con total naturalidad, siguiendo el pulso del vagar de Andrés (Santiago Cabrera) así como su expresión abúlica y su angustia. Pero lo que él no sabe, y nosotros sí, es que Beatriz (Blanca Lewin) está en las mismas….


Llega un punto en que la nebulosa se confunde con hastío; pero ya no importa que el juego de luces, sombras y reflejos sea demasiado recurrente, el saber de antemano qué le responderá un personaje a otro o que unos peces lleven suficiente rato nadando en primer plano. Así nomás es el sentimiento que, creo, Bize trató de reflejar: meloso, recargado, intenso y agotador.

Mi pololo dice que la película parece una oda a Santiago Cabrera. Para no ser muy evidente, no le respondo que lo amerita. Pero él igual lo sabe.

De antología

Cinéfilos queridos, en la parte superior de la columna derecha se encuentra una nueva y breve sección: "De antología".  Aquí encontrarán una cita cinéfila cada semana; de seguro más de alguna les hará sentido.
Se reciben sugerencias!!!
PD: Y muchas, muchas gracias por su feedback, tan motivado y certero. Sniff !!!