13 de agosto de 2010

EXPIACIÓN: ¿Contigo pan y cebolla?

Conciente de mis “directas”, mi galán me regaló Expiación. Hace rato quería volverla a ver, porque siempre he creído que las segundas veces son mejores en la vida. Y tenía razón; diantres que me afectó el bendito film, y la ultra vista historia de amor entre la joven rica con conciencia social (Keira Knithley) y el jovenzuelo pobre pero honrado con conciencia social (James McAvory), que son zamarreados sin piedad por el destino, mientras otra mujer celosa los mira demasiado de cerca...

Así, a grandes rasgos, se podría definir como una girly movie, de esas que no escatiman en entradas musicales fanfarronas, frases ambiciosas y mareas que van y vienen sobre los pies descalzos de la damisela en desgracia…pero vamos, esa dinámica a todas nos suena familiar, y a TODAS nos gusta. La que diga que no, miente. (Mentirosas nomás).

No conforme con subyugar por completo a la hormona femenina, la película también le lleva algo para el varón. Porque detrás del vestido verde glorioso de Keira (que según fuentes cercanas, no se llena nada…) y de las escenas clichés del tipo “te miro impávido alejarte en el tranvía y cuando ya está bien lejos, me cae la teja y corro como si fuera a alcanzarlo, aunque sé que no corro tan rápido”, se va construyendo un postulado bastante más consistente: cómo la envidia, el orgullo y la altanería nos hacen fácil manipular la realidad a nuestro antojo, jugando con la “delgada línea roja” entre lo que se ve y lo que “se quiere ver”.

Pero claro, no estamos solos en este mundo cruel y a veces sale caro compartir esa obstinación…mejor quedarse callado nomás...

La intensidad del romance, al menos en el cine, se mide por suspiros y lágrimas derramadas. Y aquí Expiación gana por goleada. Se sabe que la inspiración llega a borbotones en los momentos tristes, esos que te dejan sin habla pero lleno de penas e injurias que inmortalizar. Viendo el resultado, infiero que el director (Joe Wright) lo ha pasado muy mal. O que tiene el lado femenino híper desarrollado, por lo que le sale fácil jugar con los sonidos a su antojo, lucirse con el tratamiento de los colores y las luces , hacernos valorar tanto la expresión de una actriz como el papel mural que la acompaña. O tal vez su valor radique en basarse en un libro de aquellos, y porque el escritor de aquellos (Ian McEwan) no se movió del set durante la filmación; no vaya a ser que se escapara una coma.

Engañosa la película ésta: aunque alguna vez lo creímos, nunca nos quiso contar un cuento de hadas; precisamente ahí radica su cercanía con el género humano de carne y hueso. Porque nadie le pidió al arte ser color de rosa.
Me gusta pensarla como una crítica al ego camuflada, un postulado disfrazado de romance que recuerda todas las penurias que las féminas nos habríamos ahorrado, de no ser por la existencia del príncipe azul y todas esas barbaridades (los perjuicios de Disney en la mujer es un tema que tocaremos en otra sesión…)


... Igual, todavía quiero comer pan y cebolla.






3 comentarios:

  1. Uuufffff... que película carajo... mientras uno la ve piensa "pucha que les tocó duro a los cabros", pero entonces va el "flim" y te dice "no po flaquito, les tocó MÁS DURO AÚN!!".

    Más allá de si está planteada como una Girly movie, creo que la historia es impecable, y la narración, sublime. Mención ultra honrosa al plano secuecia de 5 minutos, estos tipos son genios, genios y pajeros! Realmente notable.

    Igual se lleva "8 de 10 penteneros"

    Y qué quieres que te diga, ojalá nunca tengamos que comer pan y cebolla, pero si tengo que hacerlo con alguien, de todas formas quiero que seas tú.

    La próxima que sea una comedia porfa!! jajaja.

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  2. la quiero puro ver ,me tentaste con tu comentario,ojalas me digan despues de verla,CONTIGO PAN Y CEBOLLA

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