Era una de esas tardes de sábado cargadas a la nostalgia. Luego de ver un documental sobre música afroamericana de los 70’s en el festival In-edit (Soul train, espero comentarlo en otro post), con mi novio nos propusimos aprovechar el impulso melancólico y cumplir una de nuestras tareas pendientes: ver otra vez La Historia sin Fin.
Sin muchas esperanzas, la buscamos en los estantes olvidados de una tienda de música, en el también olvidado Mall Panorámico. Ahí, perdidos entre comedias de los 80’s y DVD’s de autoayuda, Atreyu, Falkor y la Emperatriz sin nombre nos miraban fijo, como pidiendo que los rescatáramos del olvido…
Con misión cumplida y chal en mano nos instalamos a verla, mientras afuera una lluvia repentina y atemporal le regaló puntos extras al ambiente. Hay que reconocer que nuestro entusiasmo se mezclaba con un miedo solapado; lo que cuando niños nos había sorprendido, hoy podía resultar decepcionante, incluso para la risa. Y sí, hay cosas graciosas (como la imagen de Atreyu cortado y pegado sobre un fondo de nubes…). Pero por dios que es buena. Aun, doblada al español (no el ezpañol de ezpaña, sino que al acento “neutro” tipo Candy, que al lado del tono ibérico es música para los oídos).
La Historia sin Fin , es de esas películas “infantiles” que no podemos dejar morir en las fauces del desgano adulto.
Parten los créditos y uno ya empieza a hacer pucheros. Después la cosa se pone brava; así como que te supera la nostalgia: la mirada mecanizada y bonachona del perro-dragón-caballo de la suerte Falkor (¿qué era?); el jinete del “caracol veloz” (único actor de la película que luego prosperó en su carrera, alcanzando su máxima fama como Oompa Loompa en Charlie y la fábrica de chocolates); la tortuga Morla que “podría ser, pero no”; el encuentro en el espejo de Sebastian con el guapo de Atreyu (comentario que automáticamente me transforma en pedófila; acabo de notar que era un pre púber cuando la filmó); Artax, el caballo de Atreyu, hundiéndose en el pantano de la tristeza (para deshidratarse…)
Así como me embarga la emoción, me adhiero a la postura planteada en la película, que no es tan descabellada como parece: los seres humanos somos capaces de arruinar cualquier realidad si nos ponemos graves. No creo que nadie quiera vivir tan apegado a la tierra; aquellos que lo proclaman (o aparentan), seguro tienen sus momentos de evasión y divagaje, esos dónde no existe vergüenza, orgullo, pudor o lógica. No importa el tipo de fantasía (ni tampoco la queremos conocer), lo importante es dejar que fluya. Y sobre todo, sin culpas.
Ambos cerebros detrás del filme, el escritor del libro Michael Ende (que, dicen, no quedó muy contento con el resultado final) y el director Wolfang Petersen (Troya y La Tormenta Perfecta), son alemanes. Y la ausencia de la mano gringa que mece la cuna, se nota. Creo que la preocupación por el efectivismo y bombardeo de estímulos, da paso a una estética más oscura y artesanal, que prioriza los diálogos y las miradas de los personajes, antes que la credibilidad de sus efectos.
Como verán, se me hace especialmente dificil hacer un análisis objetivo y distante del filme en cuestión
Pero voy a hacer el último intento…
Quizás decir que el postulado de la película es bastante meloso y cliché (...sí, pero a todos nos hace bien un mensaje meloso de vez en cuando); que el final es predecible y demasiado feliz (…aunque es una película infantil, nada que ver traumar a los pobres peques…); que los "efectos especiales" son de dudosa calidad (bueno, se hizo en la década de los ochenta, igual se ve real el vuelo de Falkor…)
¿Vieron? …No puedo.
Como dije alguna vez, hay veces en que me la compro y me la creo. Si no, pregúntenle a mi Falkor de la suerte.
Me gusto mucho lo escrito Paulita!!! Gracias nuevamente por compartirlo... y sabes? Quedé con la tremenda bala pasada de ver de nuevo la película! jajaja si ese era uno de tus objetivos, puez lo haz logrado!
ResponderEliminarUn gran abrazo y lo mejor en todo... no dejes de escribir, porque se nos hace fácil y alegre leerte!
Ya lo he dicho antes, "La historia sin fin" debería ser el caso emblema de la publicidad engañosa, películas como esa deberían realmente no acabarse... (fome la partida de mi comentario pero lo arreglo altiro).
ResponderEliminarLa magia, el arte, la propuesta completa, todo está lleno de lo que proclama en si misma, Maturana diría que es como un sistema autopoiético, y es lo mejor de todo, es alegría que contagia, e imaginación que te obliga a imaginar. Una maravilla.
Además, verla con alguien que vibra de esa forma frente a los mismos estímulos te hace volver a creer que la madurez no es un cambio de estadio desde un punto lúdico a uno gris, si no a aprender a sobrevivir en ese mundo gris, con la cabeza y el corazón llenos de colores.
5 estrellas pa la película y 5 estrellas pa la periodista que es incapaz de no desvariar cuando se trata de ser niña.
si es muy bonita esa pelicula,yo ya la vi y esta MUUUUY bonita
ResponderEliminarQue bello recuerdo que hermosa imagen, muy bien narrado, quiero vivrlo yaaa!!!
ResponderEliminar